A usted le interesa lo que necesita o desea. Eso le interesa eternamente. Pero a nadie más le interesa. Los demás son como usted o como yo: les interesa lo que ellos desean o necesitan.
De modo que el único medio de que disponemos para influir sobre el prójimo es hablar acerca de
lo que él quiere, y demostrarle cómo conseguirlo.
Recuerde esa frase mañana, cuando trate de lograr que alguien haga algo. Si, por ejemplo, no quiere
que su hijo fume, no le predique, y no hable de lo que usted quiere; muéstrele, en cambio, que los
cigarrillos pueden impedirle formar parte del equipo deportivo del colegio, o ganar la carrera de cien
metros.
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