miércoles, 8 de enero de 2014

No somos libres


Si nos conociéramos a sí mismos podríamos descubrir las cadenas invisibles que nos atan y entonces seríamos capaces de vislumbrar el significado de la verdadera libertad.

Podemos suponer que somos libres porque tenemos derecho a caminar y a deambular por la tierra; Sin embargo, si conociéramos un poco mejor nuestro mundo interior, podríamos percibir los muros de la cárcel invisible en que permanecemos atrapados. Las supersticiones, manías, prejuicios, creencias, temores, deseos, vanidades, dependencias, vicios, etc. Forman en su conjunto la cárcel interior que nos acompaña a cualquier lugar al que vayamos. Podemos hallarnos en una isla paradisíaca y simultáneamente en lo interior, permanecer cautivos de estados psicológicos que nos atormentan y condicionan.
Si el hombre busca constantemente el entretenimiento es para poder fugarse parcialmente de la cárcel interior dónde la vida es amarga, tediosa, repetitiva y difícil. Lo curioso de este asunto es que muy pocos anhelan la libertad y por el contrario, son muchos los que aman sus cadenas. Hemos encontrado confort y una falsa seguridad en nuestras manías y dependencias.
Absurdo es pensar en derrocar a los tiranos del mundo exterior, cuando en lo interior continuamos siendo esclavos de nuestros propios condicionamientos.
Los países que se consideran soberanos e independientes están poblados por hombres que son esclavos de sí mismos. La libertad exterior siempre será una fábula mientras no se haya conquistado primero la libertad interior.
Mientras no nos conozcamos continuaremos ignorando que somos cautivos de la cárcel interior que nosotros mismos hemos construido.

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