miércoles, 8 de enero de 2014
No conocemos el amor
Una verdad difícil de aceptar es que desconocemos el verdadero significado del amor. La palabra amor se usa deliberadamente para definir muchas cosas y para fundamentar muchos actos que nada tienen que ver con la realidad del amor.
Es fácil confundir el amor con infinidad de sentimientos y sensaciones como el placer, el deseo, el apego, los celos, la dependencia, la necesidad, la satisfacción, etc. Damos por sentado que somos conocedores del amor porque tal vez nunca hemos observado a fondo los sentimientos con los que “amamos”, para poder descubrir sus contenidos contradictorios.
Tendemos a suponer que el amor son todos los afectos y emociones que experimentamos hacia un pequeño y selecto número de personas. Sin embargo, si observáramos nuestras actividades afectivas podríamos descubrir que la mayoría de veces están motivadas por alguna clase de interés. El cariño del ser humano tiende a ser una expresión estratégica para conseguir algo. Cuando la mente es la que produce los gestos de afecto es porque detrás de ellos hay oculta una intención. Entonces, eso que llamamos amor en realidad puede ser un protocolo, un intercambio o un negocio afectivo. Por esa razón, a las personas que más "amamos" es de quienes más esperamos.
El verdadero amor es algo que está más allá de los sentimentalismos románticos y las frases poéticas que se expresan en palabras y no en los hechos.
Si el hombre realmente conociera el amor no existirían las discriminaciones, guerras, partidos religiosos, rivalidades, injusticias, miseria, etc.
Si el amor fuera el pilar fundamental de nuestras vidas serían innecesarios los ejércitos, las leyes, los códigos civiles y las constituciones.
No hemos aprendido a ponernos en el lugar de los demás y por eso no tenemos aun la capacidad de aplicar la sencilla enseñanza que dice “trata a tus semejantes como quieres ser tratado”
Aquello que llamamos amor tiende a ser una refinada y romántica expresión de egoísmo.
Para liberar el verdadero amor es necesario cuestionar y revalorizar los conceptos contradictorios que hemos desarrollado. Cuando uno no se conoce a sí mismo puede pasar toda su vida confundiendo el amor con muchos sentimientos románticos que en el fondo son mezquinos y egoístas.
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