La amargura es aquello que impera cuando todo es aflicción.
La miel en boca de codicioso solo deja hiel en su estomago.
De la boca llena de amargura solo salen palabras ácidas.
La amargura es el regalo envenenado de la venganza,
endurece los corazones malheridos en lugar de aliviarlos.
La amargura de una mirada solo se puede endulzar con amor.
Una mente herida se alimenta de amargura. Solo con paciencia, amor, abnegación y oración podemos ayudar a su recuperación.
La amargura nace donde la esperanza muere. Si crees que nada ni nadie puede extirparte la amargura que te acongoja mira a tu lado y verás que está Jesús con la mano tendida.
“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la
gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella
muchos sean contaminados”
Hebreos 12:15
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