miércoles, 27 de noviembre de 2013
CALMAR TUS AGUAS
No sé de nadie que no tenga problemas o preocupaciones y si hay alguien, al menos una sola persona en este mundo que no los tenga, desde aquí y en este instante, le digo que siento una envidia enorme por su logro. Aún más, sería fantástico que no solo hubiera una, si no que hubiera millones, os aseguro que no me importaría que mi envidia sana fuera inmensa por ello.
No hablo con resignación, ni mucho menos, más que nada porque no soy una persona resignada con su sino. Porque aceptar no es resignarse, y aunque uno de los sinónimos de aceptar sea consentir, no lo tomo como propio. Aceptar, para mi es el primer paso para ponerse en marcha, para iniciar desde la aceptación de que algunas cosas no están en mi manos, las que sí lo están. Consentir es, para mí, dejarse y no hacer nada o hacerlo en contra. Consentimiento… ¿consiento y miento?
Para ver las cosas claras, para tomar una determinación o decisión es mejor conseguir algún tiempo de calma, de tranquilidad, para que el nerviosismo o la tensión que nos produce el tener que hacerlo no distorsionen de ningún modo nuestra capacidad de discernimiento.
Es como cuando queremos ver nuestro reflejo en una laguna, para poderlo ver nítidamente el agua tiene que estar serena, sin apenas movimiento, con la suficiente luz, no demasiada para que deslumbre, ni tan poca como para no poder ver.
Desgraciadamente pocas veces nos damos cuenta de esto y muchas de las decisiones que tomamos en la vida las hacemos en momentos de rabia, de rebeldía, de presión, de sufrimiento, de desesperación, de desconocimiento o, incluso al contrario, en instantes de satisfacción, de euforia disparada que parecen emborracharnos…en esos momentos es cuando el agua está muy agitada y no hay manera de ver con la transparencia que necesitamos, porque esos sentimientos incontrolados la distorsionan.
Ya sabemos que no somos dueños del tiempo, que es algo que se nos da como tantas otras cosas. Y al igual que con los regalos que se nos ofrecen hacemos lo que mejor nos parece, con el tiempo, que no deja de ser un gran regalo, tendríamos que hacer igual.
Para las personas que somos, como diría mi abuela “culillo de mal asiento”, ¡vamos! Que no estamos quietos ni cuando dormimos, el dedicarnos un tiempo para la calma puede parecernos tiempo baldío, porque lo que a nosotros nos va es la acción.
Aún así os aseguro que ese tiempo que ocupamos en calmar el agua de nuestros problemas, es tiempo de acción y además de lo más necesario.
Muchas veces no basta con el empeño, ni con la fuerza para lograr mover algo. Es cuando el dicho de “más vale maña que fuerza” puede darnos la pista. Un tiempo para estudiar tranquilamente la situación, por muy desesperante que pueda parecernos, puede ayudarnos muchísimo. Primero de todo, a que esa desesperación que es como un tapón a presión a punto de estallar, pierda potencia y así evitar males mayores o colaterales.
Lo que olvidamos tantas veces es que para muchísimas cosas en la vida, nos basta y nos sobra con nosotros mismos, que es en nosotros donde está el gran potencial que nos mueve.
No necesitamos del permiso de nadie para ser felices, solo tenemos que concedernos el derecho de serlo. Y cuando alguien tienta contra ese derecho, no es bueno que permanezca a nuestro lado, ni que nosotros hagamos imposibles por estar al lado suyo.
No precisamos pasaporte para cruzar la frontera entre querernos a nosotros mismo y el no hacerlo. Nadie tiene que ponerte sellos, ni aseverar que tú mereces amarte. Solo tú puedes registrarte hasta lo más intimo y encontrar tu amor, el tuyo, para dártelo a ti mismo y elevarte por encima del que puedan darte los demás. Sin mal entendido ego, sin narcisismo intransigente, por el mero hecho de que al quererte te cuidas y te valoras.
Si tú decides pintarte una sonrisa por la mañana, proponte que nada pueda emborronarla sin más, encuentra en ti la forma y la maestría para, que en el caso de que los numerosos avatares y sucesos que acontecen diariamente la desdibujen, volverla a pintar de nuevo.
Nadie tiene que concederte la licencia para que consigas tus logros, para que encuentres la forma de allanar tu camino, para que una vez que consigas calmar tus aguas, puedas ver el autentico reflejo de tu persona.
De acuerdo… de acuerdo, problemas tenemos, problemas los hay, millones y por todas partes, pero no hagamos de nosotros mismos el primero y mayor.
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