Haciendo memoria recuerdo que cuando era pequeña y jugaba a papás y mamás siempre buscaba que papá fuera ese chico que me gustaba, cuando jugaba a súper héroes intentaba ser la heroína de ese chico, cuando jugaba a liebre cogía la mano de aquel mismo chico o en el pilla-pilla corría detrás de el, inevitablemente desde pequeña todos esos juegos se convertían inconscientemente en algo más.
Pasado el tiempo empezamos a jugar a beso, verdad o atrevimiento, quien no se ha quedado con las ganas de besar a alguien, o a tenido que ver como besaban a quien te gustaba, quien no ha mentido cuando te preguntaban ¿verdad que te gusta..? y quien no ha pasado vergüenza cuando elegía atrevimiento, pero aun así todos queríamos volver a jugar.
Se nos quedo pequeño y pasamos al yo nunca, ese famoso juego en el que casi siempre las preguntas van dirigidas en el mismo sentido, buscar el morbo de quien habrá echo o no, cuantas risas y algún mal gesto habrá producido, y cuanto mas bebes menos mientes, total es un juego, pero a la vez una manera de preguntar eso que nunca preguntarías a la cara.
A través de todos estos juegos hemos hecho, dicho y preguntado cosas que de otra manera no habríamos realizado con tanto descaro, que divertido e inocente era a la vez.
Ahora jugamos a juegos de adultos, pero aunque siguen siendo divertidos no siempre tienen esa parte inocente, esa complicidad de miradas entre amigos que saben lo que estas pensando, ahora todo es mucho mas simple y complejo a la vez, y aunque no lo cambaría por un momento, he añorado esa inocencia por la que todos pasamos.
Llegados a este punto solo me queda decir sea de la manera que sea... nunca dejéis de jugar
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