miércoles, 27 de noviembre de 2013
CUIDADO!!!! FRÁGIL
No se si en alguna ocasión te ha pasado, a mi me pasa de vez en cuando. Me gustaría llevar un letrero bien visible, como el que llevan algunas cajas, ese que dice: “tratar con cuidado” “FRÁGIL”. Porque si, porque hay días que me siento así y necesito que me traten con ese cuidado, el suficiente para que no me quiebre.
Y es que, puede que se me vea fuerte y resistente porque he aprendido a cubrirme con un buen embalaje, el paso de los años y las experiencias han hecho un buen trabajo. Pero solo hay que mirar bien para darse cuenta de que dentro está la fragilidad de la vida, de la mía.
Sin embargo no se lleva el ser frágil, ni delicado, en estos tiempos. El mundo, tal y como está dispuesto en estos momentos, lo mueven los duros, los impertérritos, los que están conformados de una pasta inquebrantable y a la que los golpes no les afecta o al menos lo disimulan mejor y tienen el poder de saber recuperarse como por arte de magia.
Pero el que no se lleve, porque a los ojos de los otros la fragilidad sea una muestra de debilidad, no es una razón válida. Sencillamente, cuando asumimos que el ser humano es tan quebradizo como su vida misma, cuando tomamos conciencia del valor real de nuestra persona y de que nos alimentamos de lo efímero, podemos encontrar millones de razones para apreciar nuestra realidad.
Tampoco se trata de ir de blandengue, de buscar en nuestras intrínsecas debilidades la forma de que los otros tiren de nuestro carro, o incluso abusar, que todo es posible.
Pero si fuéramos más conscientes de nuestra propia fragilidad, es posible que lo fuéramos de la de los demás. Y al igual que cuando vemos el letrero de “frágil” en una caja, sabemos que el contenido se puede romper e incluso que es tan valioso que necesita un trato cuidadoso y especial, podríamos aseverarnos de que las personas merecemos el mismo trato.
Hoy llevo ese letrero puesto aunque no se vislumbre a simple vista y además lo veo en los que me rodean. Lo descubro en todo y eso no me hace sentir mal, por el contrario, me hace juzgarlo desde el aprecio de su valía.
Hoy pongo mis momentos entre algodones, para que no se rompan fácilmente
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