A veces sentimos que todo se para a nuestro alrededor, la vida se detiene cual mecanismo de un viejo reloj cuyas ruedas desdentadas se cansaron de girar, y no sabemos por qué ni cómo echarla a andar de nuevo.
Todo se mantiene adormecido como un mar en calma… como una playa desierta… como una calle en la madrugada.
Nuestro cuerpo se deja mecer en el vaivén de las olas…
dormita en una burbuja de sopor y quietud.
Nada existe...todo nos es ajeno.
Ocupamos un punto minúsculo en el espacio... extraños...desconocidos...
Apenas una voz ahogada... silente, pide a gritos callados que llegue esa mano que rescate nuestro corazón del abismo que lo acuna… una mano que pellizque nuestra alma… un viento huracanado que nos sacuda y nos devuelva a la vida… a la ilusión...
Llegará, sin duda llegará quien dé cuerda a nuestro reloj parado y llene nuestro cielo de estrellas nuevas
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