miércoles, 27 de noviembre de 2013
ESAS MENTIRAS
Tendemos a domesticar las palabras, a plastificar sus significados, a descifrar su política desmesurada, a cantar sin voz en la garganta y deambular por los pliegues de la conciencia adormecida.
La superficie se alisa, las redondeces se esquinan, resbalan enloquecidas por la vertiente del desgaste, inconmensurable golpeteo de lunas en la cabeza y noches de neones musitando la eternidad.
Pateando las calles del sopor repetido, decrépito espiral sin nada nuevo que decir o hacer, nada convence, nada entretiene, guardián de la monotonía que busca pulverizar el arraigo encolerizado.
Se tiende a impresionar con palabras, a maltratar nuestras pasiones, a no llamar las cosas por su nombre, a sucumbir a la distracción u omisión y no dejarnos llevar por lo que realmente sentimos.
El teatro de la vida sigue con funciones diarias, las entradas están agotadas, pero si realmente se quiere formar parte de su elenco y no ser un mero espectador, por que no empezar a ser tal cual, sin mentiras.
¿Que dice más de nosotros, lo que decimos o lo que hacemos...?
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